Reseña de Nieve de primavera; Yukio Mishima

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Nieve de primavera es el primer volumen que compone la tetralogía de El mar de la fertilidad, que arroja una mirada sobre el Japón desde el final de la guerra ruso-japonesa hasta los años 60. En esta obra, escrita en 1968, Yukio Mishima narra la historia de dos familias ennoblecidas durante la década de 1920. A través de unos personajes carcomidos por el proceso de occidentalización y las convenciones sociales, somos testigos de un drama construido a través de un estilo sencillo, cercano y extremadamente profundo.

Es la primera vez que reseño una obra de Yukio Mishima; se trata de un literato y filósofo japonés controvertido, que ha suscitado numerosas polémicas a causa de su afinidad política y la muerte ritual que cometió en el año 1970, tras el intento frustrado de un golpe de Estado. Sin embargo, este autor cuenta con una gran sensiblidad y un estilo narrativo de calidad exquisita, y en Nieve de primavera cobra una especial importancia el apartado de crítica social, dirigida a la decadencia de valores tradicionales ligada a la modernización de Japón. Los personajes adquieren en este libro una mentalidad transitoria, donde los principios propios del pasado no encajan en un contexto en el que carecen por completo de relevancia, y terminan contaminando las relaciones personales. Esto se suma a la rigidez de las ceremonias de las familias nobles, a las que la occidentalización solo ha servido para aumentar su opulencia en un sentido superficial.

El protagonista de esta obra es Kiyoaki Matsugae, que pertenece a la que antaño fue una familia samurái. Se trata de un personaje oscuro, de carácter refinado y sensible. Sin embargo, también cuenta con la ambición de un joven arrogante en cuyos retorcidos pensamientos él es el centro de las acciones de los demás. La maestría literaria de Mishima posibilita una aproximación muy profunda a la convulsa mente de este personaje quien, a pesar de su complejidad e hipocresía, consigue transmitir sus impresiones, anhelos e inquietudes con gran familiaridad. Su padre, el marqués de Matsugae, es despreocupado y hedonista y, al igual que la madre, no tiene ninguna relación afectiva hacia su hijo. En este contexto, Kiyoaki es un joven de dieciocho años desatendido, en medio de un cambio brusco en la mentalidad de Japón y sometido a un ideario obsoleto que llega a apresar incluso sus sentimientos amorosos; es interesante la relación que establece con Satoko, amiga de la infancia que forma parte de la familia Ayakura, de origen humilde. Se trata de una joven, pocos años mayor que el protagonista, que trata de llamar su atención. Pese a ser Nieve de primavera una historia de amor, la relación entre los dos personajes principales es, en su comienzo, extravagante.

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El autor, Yukio Mishima

Kiyoaki, cuyos pensamientos llegan a ser perversos, recibe los actos de Satoko como una forma de manipulación que atenta contra su propia integridad, llegando a desarrollar un resentimiento dirigido a ella fruto de un desajuste en la forma de contemplar e interpretar las relaciones personales. El protagonista llega a sentir desprecio por Satoko en los primeros capítulos del libro, y sin embargo se irá convirtiendo en un amor irresponsable respecto a la mirada de los miembros de las familias nobles. En la obra se presta una especial atención a los rumores y suposiciones anodinas fruto de la observación indiscreta de los actos de los personajes. Esta actitud es encarnada en Tadeshina, sirvienta de la familia Ayakura, que irá recolectando los secretos de la pareja protagonista.

El personaje que supone el hilo conductor de la tetralogía es Shigekuni Honda. En esta primera entrega, se trata del único amigo de Kiyoaki, aunque su amistad dista de ser una reciprocidad íntima; ambos se soportan sin llegar a compartir un lazo profundo, ajustándose esta falsa imagen al carácter de Kiyoaki. Honda asiste a la misma clase que el protagonista, y aspira a ser abogado; por este motivo, domina una gran cantidad de idiomas y materias, sobre todo de origen occidental. Su familia, aburguesada, basa sus referentes en los modelos intelectuales europeos. Resulta llamativo el contraste que conforman las familias de Honda y Matsugae; la primera, a pesar de basarse en una mentalidad occidental y racional, lleva a cabo una labor responsable y honrada, a través de la actitud ejemplar de Honda. Sin embargo, la familia de Kiyoaki, pese a remontarse a la era samurái y conformarse en la tradición japonesa, está corrompida por las convenciones sociales, las relaciones insanas y las redes de rumores que tratan de difamar la imagen de los nobles.

Nieve de primavera trata de relación amorosa entre Kiyoaki y Satoko, que se lleva a cabo a destiempo y en contra de la dignidad de las familias ennoblecidas a las que pertenecen, imagen que debe mantenerse pese a la renovación cultural. Además, su amor está condicionado por el compás de un contexto contaminado por la decadencia de valores morales que conforman la denuncia del autor, siendo la crítica social el componente esencial del libro. Aunque el título de la obra se refiere a una escena concreta de la historia, pienso que adquiere un significado metafórico: la nieve en primavera es el resultado de un desajuste en los acontecimientos, en el que una entidad forma parte de una época tardía y anómala. Se trata de una expansión anormal, en una ocasión que no corresponde. Como la nieve en la primavera es el amor entre Satoko y Kiyoaki y, además, el papel de los valores tradicionales japoneses en el proceso de occidentalización: en ambos casos, es demasiado tarde. El desfase es el componente esencial de la obra, y desencadena los acontecimientos de este drama.

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Pese a su carácter perverso, pienso que Kiyoaki asume la sensibilidad, la fuerza de voluntad y la elegancia propias de la tradición japonesa. Su comportamiento egocéntrico está acompañado de unas sutilezas propias de esta mentalidad, en la que está presente el recuerdo del pasado ligado al proceso de evolución personal. Sin embargo, el personaje que encarna los valores nipones de antaño en su totalidad es Iinuma, tutor del protagonista y presa de los infortunios surgidos de la irresponsabilidad del mismo. Se trata del único que mantiene el recuerdo de la figura central de la familia, el abuelo de Kiyoaki, y por ello aspira a honrar su memoria desempeñando una labor perfecta.

Nieve de primavera está imbuida de una estética impecable, pulimentada a través de la directa y suave narración de Yukio Mishima. Este estilo se extiende a la identidad de cada personaje, así como el espacio que habitan y las sutiles intervenciones con las que van haciendo desarrollar la trama. Sin embargo, esta pureza es manchada por la presencia de la organicidad y la muerte, siendo éste último un elemento esencial del ideario del autor. Dicho elemento se mainfiesta en la obra de forma simbólica en varias escenas, adquiriendo corporediad a partir de la imagen del animal muerto. Nos encontramos, de nuevo, ante un contraste entre dos polos opuestos, en este caso, la perfección de la forma y un espíritu oscuro que contamina la visión idílica de la sociedad tradicional. De nuevo, la oposición de contrarios desata los estragos de la occidentalización.

Puede observarse esta misma dualidad en la personalidad del protagonista, asolado por el cambio de mentalidad y cohibido a causa de las prohibiciones de su familia. A pesar de ser un joven pasional y soñador, el frenesí y el odio completan una parte tenebrosa en su comportamiento. Este embate entre luz y oscuridad abarca el mundo de la obra, desde la mente del protagonista hasta la transición de la sociedad nipona, así como las leyes trascendentales que rigen el curso de los acontecimientos, e incluso la propia concepción de Yukio Mishima, a quien le inquieta la posibilidad de una existencia eminente.

Nieve de primavera es una obra magistral, marcada por dos elementos que se convierten en los cimientos genuinos de la historia: desfase y contradicción. El libro recopila la experiencia ideológica de Mishima a lo largo del siglo XX, en una época de crisis y recuperación. El mar de la fertilidad es un compendio que forma parte del ocaso del escritor, y solo al encuadrarse en esta etapa tardía es posible una perspectiva histórica con la que arrojar, en forma de novela, una denuncia a la sociedad de su tiempo. Mishima muestra en la obra su inconformidad, empleando como medio su expresividad sutil, formada, al igual que el mundo de los personajes, por una oposición de contrarios.

He encontrado en Nieve de primavera una forma de hacer literatura única, con una fuerza y delicadeza incomparables. Invito al lector a sumergirse en la mente de Yukio Mishima, que conduce en este libro a una acumulación de tensiones y emociones desconocida en occidente. El cambio de paradigma y la vitalidad que manan de Nieve de primavera transmiten la seña de un autor excepcional, que es capaz de impresionarnos y arrastrarnos mediante la fuerza de una corriente abrumadora y de belleza inigualable.

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